Monte Sinai

AMANECER EN EL MONTE SINAI
Como ya les conté, hace no tanto, estuvimos en Egipto y arrancamos nuestro circuito de manera no turística por el desierto acompañados por beduinos.
Hoy les quiero contar el final de esa caminata de días: nada más y nada menos que llegar a la cima del Monte Sinai.
El último día de caminata, llegas a un paso fronterizo que sabé que es de estrictísimo control debido a ataques sufridos y se la considera una de las zonas más peligrosas, así que éste no es un paseo para arriesgarte a hacer solo. Hacélo con guías que conozcan todo lo que puede pasar.

Existen lugares tradicionales para visitar en Egipto, como son la gran capital El Cairo, la ciudad de Alejandría, las ruinas de Luxor o el balneario de Sharm el Sheik, los cuales son destinos espectaculares. Pero para quienes buscan algo diferente, no tan tradicional, no tan turístico, les puedo recomendar como destino el Monte Sinai y el monasterio de Santa Cecilia.
Para quienes no lo escucharon, según la tradición cristiana y también la judía (que comparten las mismas bases), sobre la cima de este Monte recibió Moises las tablas de la Ley, los diez Mandamientos. Hoy en día en un centro religioso y turístico, enclavado en el desierto del Sinai. El desierto es un lugar diferente, de días calidos y noches heladas, pero este lugar en particular guarda un aura, una estela de santidad, una energía diferente, que se puede sentir desde que llegas al campamento de ascenso.
Es importante, antes de cualquier aventura, consultar a una agencia de turismo, porque estos viajes siempre se manejan a través de ellos. Es importante también para la seguridad, porque es una zona algo riesgosa.
Una vez que pasaste el paso fronterizo que les mencionaba arriba, caminás un rato en llano y cuando llega el momento del ascenso tenés dos opciones: hacerlo en camello o bien subir por tus propios medios (con Coco optamos por esto último); te lleva un par de horas y a veces requiere esfuerzo pero vale la pena sin dudarlo.

Después llegás al lugar donde vas a dormir (es un decir, porque son apenas unas horitas antes de que empieces a ascender de nuevo), lo que sí, te vas a tirar en modo beduino en colchones a compartir la comida (nada de cubiertos, como ya les conté, precisamente para eso usan el pan árabe, con el que acá nos haríamos un tostado).

Las pocas horas que duermas sabé que va a ser en un lugar abierto y vas a sentir pasos constantemente: no te asustes, son aquellos que te llevan ventaja y ya están haciendo la escalada a la cima.
El ascenso comienza en la madrugada, a partir de la una de la mañana, porque el objetivo es poder ver el amanecer en la cima. Es un camino que exige cierta resistencia física, pero aún si tuvieras dificultades hay beduinos y pastores que te ayudan a llegar a la cima.
La península del Sinaí es la parte más oriental de Egipto, entre el Mediterráneo y los golfos de Suez y Aqaba, ambas bifurcaciones del Mar Rojo.
El amanecer es indescriptible, ninguna foto puede trasmitir la energía que se vive, que se vuelva densa antes del amanecer, con las plegarias de los devotos alrededor de la capilla de la Santísima Trinidad. Se reúnen fieles de toda religión a rezar y cantar, y lo que sentís te cala tan hondo que trasciende cualquier creencia.
Luego de horas de estar ahí, disfrutando la atmósfera, emocionándote viendo el amanecer, comenzás nuevamente el descenso y ahí si vas a tener tu desayuno (todo esfuerzo merece recompensa). Junto a tus ya amigos beduinos, levantás el campamento y nuevamente a pie comenzamos el descenso.
Al bajar se puede visitar también el monasterio de Santa Cecilia, que sigue en pie a pesar de la conquista Árabe, gracias a un decreto del Profeta Mahoma, para proteger este lugar sagrado.
Besos coqueros!

Scroll to Top